miércoles, 12 de marzo de 2008

Diez días que estremecieron mi espíritu


Empujado por alguna intuición extraña, decidí visitar un curioso centro situado en las faldas del Montseny donde se enseña una técnica de meditación muy auténtica que tiene su orígenes en la India milenaria.

Alguien me habló por primera vez sobre esta técnica en un hotel barato de Río de Janeiro. El tipo parecía estar chalado, pero sus palabras estaban teñidas de un color especial. Se trataba de otro europeo que decidió hacer las maletas huyendo de la uniformidad decadente de las sociedades opulentas donde se instala la cara más bonita del liberalismo económico para desarrollar sus tentáculos rapaces por todo el mundo.

Había algo de misticismo en su discurso. Me confesó que en algún lugar cerca de allí se realizaban cursos intensivos de meditación durante diez días y me invitó a que fuera yo también. Lamenté tener que decirle que no, puesto que se acercaba el día de mi regreso en el billete de vuelta pero, desde entonces, contemplé la opción de aventurarme hacia esa técnica misteriosa nada más regresar a mi país.

Un buen amigo de Argentona, compañero de carreteras polvorientas y maestro en el arte de explorar las profundidades del alma, conocía bien esta técnica de meditación, la Vipassana, y me explicó que no muy lejos de Barcelona, en Santa María de Palautordera, se realizaban cursos de iniciación de 10 días donde al parecer uno había de permanecer en régimen de clausura durante ese tiempo sin poder comunicarse con nadie.

La idea me sedujo mucho. Parecía algo muy radical. Sumergidos los en ruidos desesperantes de las ciudades y sometidos al baile de los tiempos productivos que (des)dibujan el tejido de nuestras sociedades, la idea de convertirme en monje de clausura durante diez días y dedicar toda mi atención al universo que se esconde desde las puertas de los sentidos hacia lo más hondo de mi ser, me parecía, simplemente, algo revolucionario.


Para decir la verdad, desde jovencito siempre me dije que algún día llegaría el momento en el que tomaría en serio el arte de meditar. No se hasta que punto las influencias paternas tienen que ver con todo esto. Recuerdo la biblioteca de temas esotéricos que coleccionaba mi padre. Aquellas estanterías estaban repletas de libros que albergaban montones de obras de Lobsang Rampa; civilizaciones antiguas; investigaciones sobre vida extraterrestre; técnicas de meditación; chamanismo tradicional mesoamericano; interpretación de los sueños; biografías de personajes ilustres en la historia de la humanidad como Gandhi, Napoleón, Miguel Ángel, Jesucristo, etc; libros de poesía de Oriental, viajes astrales, vidas pasadas, espiritismo, etc.

No me atrevo a decir si aquella biblioteca tan variada de temas esotéricos consiguió ayudarme a entender mejor las cosas o, más bien, contribuyó a todo lo contrario. Lo cierto es que de alguna manera consiguió que permaneciera siempre atento y sensible ante esas realidades que la ciencia no se atreve a abordar: lo intangible, lo inmensurable, lo imperceptible, lo inmaterial, lo abstracto.

Sin pensármelo mucho decidí provar y lanzarme a lo desconocido. Me puse en contacto con la organización mediante la pagina web que tienen habilitada (http://www.spanish.dhamma.org/) y reservé plaza para el siguiente curso de iniciación marcado en el calendario. Me sorprendió el hecho que había de reservar plaza con un par de meses de antelación. Resultaba, si más no, llamativo saber que había mucha más gente extraña como yo de la que me imaginaba.

Antes de marchar tuve que soportar el boicot permanente y las constantes burlas (algunas con extraña malicia) tanto de amigos como de familiares más cercanos. Mi debilidad frente a estas críticas apasionadas fue que yo tampoco sabía realmente donde me metía y no tenía argumentos sólidos para defenderme. Muchos pensaban que era carnaza de secta y otros me miraban con compasión y entusiasmo, como si padeciera de una terrible enfermedad.
Llegó el esperado día del comienzo del curso. Me puse en contacto con algunos compañeros que iban a provar suerte como yo y marchamos juntos hacia el centro Dhamma Neru situado en Santa María de Palautordera, en las faldas del Montseny. No tuvimos problemas para llegar. El centro esta bien comunicado. Lo suficientemente lejos del inframundo de la ciudad y lo suficientemente retirado como para ser accesible a todo aquel que desee acudir y encontrar la paz en su interior.
Nada más llegar hubimos de rellenar un formulario y seguidamente depositar algunos de los objetos personales como las llaves del coche, carteras, móviles, etc., y todo ese tipo de cosas que no necesitas para estar tranquilo. El lugar era más o menos lo que me esperaba. Había visto algunas fotos en la web. Se trataba de una finca de unas dos hectáreas de terreno con pinos, arboles frutales y variadas plantas y arbustos de tipo ornamental que rodeaban el edificio cuadrangular. En el centro hay un claustro desde el cual se puede acceder prácticamente a cualquier rincón de la casa.

Había varias habitaciones comunes, unas más grandes que otras, separadas hábilmente para mantener la segregación de sexos hasta el último día. También había una cocina estupenda debidamente acondicionada y un salón comedor. El departamento más grande era la sala de meditación con capacidad para albergar hasta 100 personas. En el mismo recinto pero externo al edificio principal, había una serie de casitas prefabricadas donde se situaban los maestros y monitores que se iban a encargar de la enseñanzas y aspectos prácticos del curso.
Nada más rellenar el formulario me acompañaron al que iba a ser mi lugar de descanso durante el resto de aquellos días. En la habitación había literas para unas vente personas. El cuarto de baño estaba bien acondicionado y limpio.

Después de situarnos e inspeccionar el terreno, nos reunimos todos los que eramos en el salón comedor: chicos y chicas, hombres y mujeres, extranjeros y extranjeras. Recibimos la bienvenida y las primeras instrucciones para abordar el curso con éxito. Este conjunto de normas o preceptos básicos son llamados Sila, que quiere decir en lengua pali: conducta ética. Sila proporciona los cimientos para el desarrollo de Samadhi: concentración de la mente. La purificación de la mente se consigue con Pañña: la sabiduría de la visión cabal.

Los preceptos de Sila consisten en: abstenerse de matar a cualquier criatura, abstenerse de robar, abstenerse de toda actividad sexual, abstenerse de mentir y abstenerse de tomar intoxicantes. Además de este código ético tuvimos que tomar la firme determinación de contemplar el Noble Silencio hasta el último día, es decir, abstenernos de comunicarnos física, mental o verbalmente con las personas que nos rodeaban hasta el fin del curso.

¿Pero, todo aquello, para que servía? ¿en realidad, que se supone que había yo a hacer allí? El motivo de mi estancia durante aquellos días fue el de intentar aprender con la mayor efectividad una técnica de meditación de las más antiguas de la India, la Vipassana, que estuvo perdida durante siglos y fue redescubierta por Gotama, el Buda, para la humanidad hace más de 25 siglos.

Leí en un folleto del centro: "Vipassana significa ver las cosas tal y como son en realidad. Es un proceso de auto-purificación mediante la auto-observación. Se comienza observando la respiración natural para concentrar la mente y luego, con la conciencia agudizada, se procede a observar la naturaleza cambiante del cuerpo y de la mente y se experimentan las verdades universales de la impermanencia, el sufrimiento y la ausencia de ego. Este es el proceso de purificación: el conocimiento de la verdad a través de la experiencia directa. Todo el camino (Dhamma) es un remedio universal para problemas universales y no tiene nada que ver con ninguna religión organizada ni con una secta. Por esta razón, todo el mundo puede practicarla libremente en cualquier momento y lugar, sin que se produzcan conflictos por motivos de raza, comunidad o religión a la que se pertenezca; es igualmente beneficiosa para todos y cada uno de los que la practican."

Así es, nos aferramos al estricto horario y durante los primeros días trabajamos duro para focalizar la atención de la mente mediante la respiración en una parte pequeña del cuerpo. Una vez fuimos capaces de agudizar la mente y mantenerla concentrada durante las sesiones de 1 o 2 horas de meditación, procedimos a realizar un "escaneo" con la mete sobre las diferentes partes del cuerpo, de la cabeza a los pies y de los pies a la cabeza. Como consecuencia de este proceso de observación constante, se produce un fenómeno de auto-purificación que uno va notando escandalosamente en su propio cuerpo. Fue a partir del 4º o 5º día cuando pude comprovar descaradamente cómo una serie de sensaciones burdas, sólidas y dolorosas que en un estado consciente era incapaz de reconocer comenzaban a desaparecer.

Ya nos lo avisaron, ese tipo de sensaciones dolorosas (sankaras) son nudos, bloqueos y negatividades que durante nuestra vida vamos somatizando en nuestro propio cuerpo y que con el paso del tiempo pueden derivar en serias enfermedades. Pueden ser situaciones desagradables que hallamos experimentado en el pasado, arrebatos de ira, complejos, miedos, etc. La actitud que hemos de tomar frente a estas sensaciones es de ecuanimidad. De esta manera, mediante la simple observación libre de juicios, estas sensaciones suben a la mente consciente y se evaporan.
Bien, tuve la oportunidad de experimentar todo esto en mi cuerpo y puedo asegurar que tras liberarme de esas sensaciones sentí como si me sacudieran la piel y me arrancaran una serie de objetos punzantes como si se tratara de flechas o algo por el estilo. A la hora de descansar, parecía como si me hubiera quitado una mochila pesada de encima. Fue algo, sencillamente, maravilloso.

Luego entendimos que este proceso de auto-purificación es consecuencia del otro proceso de auto-observación. A medida que fuimos avanzando en la técnica, conseguimos pasar de sentir sensaciones burdas y solidas a sentir otras más sutiles por todo el cuerpo al mismo tiempo. Era como si un huracán de flujo libre atravesara todo mi ser de arriba a bajo y de abajo a arriba.


Todos estos avances en la técnica eran complementados por unos discursos grabados por S.N. Goenka, uno de los principales maestros de la meditación Vipassana. Goenka es un birmano que se enriqueció muchísimo a una temprana edad haciendo negocios y se convirtió en uno de los industriales más importantes y líder de la comunidad indo-birmana de su país. Como consecuencia del tren de vida que llevaba y debido al peso de las responsabilidades que recayeron sobre él, comenzo a padecer una serie de migrañas que ningún médico del mundo le pudo curar. Un día un buen amigo le propuso que fuera a visitar a unos monjes que practicaban una técnica budista de meditación muy interesante que probablemente le ayudaría a curarse. Goenka no tenía nada que perder. Tras pensárselo y vencer algunos prejuicios fue y le recibieron abiertamente. Una de las primeras observaciones que le hicieron fue que aquel no era un sitio donde la gente iba a curarse. Los meditadores que iban allí lo hacían para liberarse del sufrimiento y la desdicha humanas y alcanzar las metas espirituales más elevadas o el pleno despertar (Nivanna).


La experiencia le fue tan buena, que las migrañas que padecía le desaparecieron. Además, pudo comprovar que en su vida comenzaban a producirse cambios positivos tanto para él como para las personas le rodeaban. Fue algo maravilloso, tal y como le suele ocurrir a todas las personas que lo practican. Desde ese momento Goenka dedicó toda su vida a reintroducir esta técnica en la India (lugar donde se originó y donde más tarde se prohibió) y a impulsarla por todo el mundo. Este ultimo punto puede que sea la contribución más importante de Goenka. Gracias a una red internacional de centros, la técnica Vipassana ha podido expandirse por todo el mundo y estar disponible para todas aquellas personas sensibles y abiertas a esta práctica milenaria.



Otro aspecto importante es el de la Dana o donaciones. Todos los gastos de manutención y alojamiento durante esos días son sufragados por donaciones de personas que, habiendo completado un curso han experimentado los beneficios de la Vipassana y desean dar a otros también la oportunidad de beneficiarse. No se cobra por estos cursos, ni siquiera para cubrir el costo de la comida y del alojamiento. El que lo desee y/o no pueda aportar una donación de tipo económica puede, sin embargo, ofrecerse como voluntario para las diferentes actividades o frentes de trabajo que se necesitan.

Actualmente, una de las lineas más interesantes de trabajo es el de la introducción de esta técnica en prisiones y cárceles. Existen un documental galardonado muy interesante sobre este aspecto que se titula: “Doing time, doing Vipassana” (“Pagando condena, Haciendo Vipassana”).


La meditación Vipassana, o cualquier otro tipo de meditación afín, que enseñe la pureza de la observación de las cosas tal y como son, evitando la distorsión y sorteando los filtros de la percepción de los sentidos significa una contribución muy valiosa para las aptitudes de los seres humanos.


Una técnica como esta, que se remonta a la noche de los tiempos, nos revela un camino (Dhamma) a seguir para superar la realidad del sufrimiento debido a nuestro cautiverio en la cárcel de los sentidos, donde nuestra mente aguarda, atenta, vigilando la puerta y nos arrastra como un caballo salvaje cegado por el deseo, huyendo con aversión de las sensaciones desagradables y aferrandose con avidez hacia las experiencias sutiles y embriagadoras.


Especialmente en los tiempos que corren, en los que hemos desarrollado una tecnología capaz de poner en riesgo la salud del planeta en el que vivimos; con la maduración exponencial de un sistema-mundo capitalista basado en la desigualdad y en la injusticia que privilegia a un sector muy reducido de la población mundial y excluye y oprime al resto; una técnica de este tipo que propone el amor incondicional hacia todos los seres y enseña a dar sin esperar nada a cambio, que nos ayuda a vivir en paz y en armonía con nosotros mismos y nos alienta a mantenerlas con los demás para que también puedan beneficiarse... una técnica como esta se me revela como algo verdaderamente revolucionario.


Bhavatu Sabba Mangalam.
Que todos los seres sean felices.






5 comentarios:

Anónimo dijo...

...diez dias que cada uno de nosotros, que hacemos de nuestro mundo el mejor o el peor de los sueños,tendríamos que plantearnos vivir y poder así conocer el verdadero espiritu que nos acoge y recoge en nuestro interior.
Incluso desde la lejanía se puede apreciar y percibir que es algo digno de experimentar.
En mi caso espero recibir la llamada pronto y desde luego dejar de lado las dudas...

Un saludo hermano, me acuerdo de vosotros cada dia de la semana allí donde pongais vuestros pasos.
...y como dice un gran caminante de las tierras Aragonesas, con pan, queso y vino se va haciendo el camino!!!
Un abrazo desde un punto no tan lejano de esta maravillosa casa llamada Tierra.

Unknown dijo...

En este relato hecho de menos más experiencias personales y menos discurso "oficial" del que uno se empapa durante el curso.Te iba leyendo y no veo más que palabras y frases enteras de cuando hice el curso.

Unknown dijo...

En este relato hecho de menos más experiencias personales y menos discurso "oficial" del que uno se empapa durante el curso.Te iba leyendo y no veo más que palabras y frases enteras de cuando hice el curso.

Anónimo dijo...

Las experiencias personales, son eso personales, cada cual tiene las suyas.
Por la vida que cada uno, le ha tocado vivir, la familia, el colegio, la profesión, lo que trae consigo todo ello, incluso yo diría también de vidas pasadas,etc... tendrá una experiencia, durante el curso, que es para quién la experimenta.
El relato me ha parece muy inspirador para las personas que estén interesadas en darle una oportunidad a esta técnica.

Unknown dijo...

Hermano! me encanta! estaba buscando en google y me encuentro con tu blog 🤩
Un abrazo del chispas 🎸